Espacio para informar, discutir y compartir en torno a un balón. Porque noventa minutos no bastan.

domingo, 7 de octubre de 2007

La orejona y yo: el primer encuentro


Corría el año 1999, en el mes de Mayo. Yo tendría 11 años y era hora de hacer tarea pero nada importaba ese día. Del poco tiempo que tenía mirando fútbol internacional, ésta iba a ser la primera final de la Liga de Campeones que iba a presenciar en vivo: Manchester United contra el Bayern Munich. Sin embargo, hasta poco antes de que empiece ese partido, no tenía idea que no sería una simple final, sino que cambiaría mi forma de ver el fútbol totalmente.

Un año atrás, empecé a ver fútbol europeo, precisamente el italiano. La Serie A me llamaba la atención pues pensaba que la participación azurra en el Mundial de Francia ’98 había sido infravalorada por la mayoría y no creía que su fútbol local era tan sólo para cuartos de final; además estaban las estrellas del mundo del momento, Ronaldo y Zidane, algo que resultó para mí un gancho determinante.

Pero el ambiente ahora era otro. Un equipo inglés se enfrentaba a un equipo alemán en campo español en pos de un trofeo conocido como ‘la orejona’. Era algo totalmente nuevo para mí y quería vivirlo de la mejor forma. Entonces cerré los libros, arrime la mochila, terminé mi plato de comida y empezaban noventa minutos del deporte más hermoso del mundo (Luis Omar Tapia dixit).

Minutos antes mi ma me dijo: ‘Luis, ¿y tu tarea?’ ‘Un par de horas por favor ma – le repliqué- es un momento único en la historia.’ ‘¿Un partido de fútbol?-contestó- ¿Un miércoles, no que eran los domingos?’ ‘Es Europa, solo dame dos horas.’ ‘Bueno hijo, solo dos horas, tienes que hacer tarea.’ Si pues, mi madre me tenía un poco controlado en ese entonces, pero ya había conseguido lo que quería. Ya podía ver tranquilo el partido. El Estadio de aquella final, el Camp Nou catalán, estaba lleno ese día y no podía comprender como es que estaba tan lleno de fanáticos teutones y británicos, claro que no comprendía de cuán unida era Europa tanto cultural como económicamente; en verdad, eso lo aprendí de bastante viejo, me avergüenza decirlo pero eso ahora no es el punto. El partido empezó y ambas hinchadas gritaban ensordecedoras, los comentarios se escuchaban apenas y mi emoción no daba más.

El partido se veía vistoso, elegante, con mucha fuerza pues se notaba que nadie quería perder. Hubo una falta a los 5 minutos del primer tiempo para los alemanes, Basler dispara al segundo palo engañando a toda la barrera y al arquero. Golazo. Me emocioné aún más, ‘Si hubo un gol a los 6 minutos, como será todo el partido..’ pensaba. Seguí viendo pero, con el correr de los minutos, ya no era lo mismo. Creo que, a partir del gol, esperaba mucho del partido. Así acabó el primer tiempo y abrí un cuaderno para avanzar aunque sea algo.

Cuando me acordé de prender el televisor otra vez ya iban 5 minutos del segundo tiempo y seguía ganando el Bayern 1-0. Pero ahora se jugaba distinto, me encontraba, literalmente, moviendo la cabeza de un lado a otro de la cancha; era el primer partido tan de ida y vuelta que había visto en mi vida. Solo se había anotado un gol pero de pronto se sentía como si el partido tuviera muchos más, era la unión de todo: de un Manchester que quería renacer, de un Bayern con una defensa férrea que mantenía el resultado, de un estadio colosal con casi 100,000 personas y de un bello balón lleno de estrellitas.

Minuto 80. Seguía 1-0. Se acababa el partido pero me sentía bien por que sentía que había visto el mejor partido de mi vida, no me quejaba. Me di cuenta, también, del nivel que poseían los clubes europeos, no solo de Italia, y de lo distinto que era del fútbol sudamericano. Y creo que esa fue, si bien algo primitiva, la primera reflexión futbolística de mi vida. Estaba pensando todavía en eso cuando el reloj daba el minuto 88. Iban a pasar 4 meses hasta la próxima Liga de Campeones y esos 2 minutos restantes había q aprovecharlos.

Minuto 90. El cuarto árbitro marca 3 minutos adicionales mientras el alemán Stefan Effenberg botaba la pelota afuera del campo en un saque de esquina para el Manchester United. Última oportunidad para los ingleses a la que acude hasta el arquero a colaborar en área muniquesa y casi casi llega a conectar el balón pero le ganaron en el salto. Afortunadamente, ese mismo balón llega a los pies de Giggs, jugador del Manchester, que dispara el peor tiro de la historia de la humanidad. Afortunadamente, ese mismo balón llega, dentro del área, a los pies de Sheringham que le pega mal, sin mucho tiempo para pensar. Y, afortunadamente para el United, esa pelota entró. Gol. Ni los mismos fanáticos ingleses se lo creían, yo menos. Me puse nervioso porque le había dicho a mi ma que serían 2 horas y, con el gol, se forzaba el tiempo extra.

Y parece que me escucharon. Minuto y medio después Manchester anotaba el 2do gol, el que lograría que se lleven la orejona, y Europa se metía con fuerza en mi corazón de balón. Desde esa, ha habido varias finales, algunas que me perdí y no me perdoné y otras que si vi y fui feliz pero nunca olvidaré esa final, aquella final que hizo que a mi corazón de balón le salieran estrellitas.


Gracias por leer.


P.D. El de abajo es un video con la narración exacta de los últimos minutos de aquel partido. No se lo pierdan, en verdad es bueno.



sábado, 29 de septiembre de 2007

Un helado con Pizarro

Hoy, paseando por las calles de mi destruida ciudad (Ica), decidí sentarme en una de las bancas de la plaza de Armas, y me topé con 2 señores, ya de edad, parlando e intercambiando ideas acerca del futuro de nuestra selección.

Escuché, entre una de sus miles de comentarios, el caso de nuestro máximo representante actual de fútbol en el extranjero Claudio Pizarro. Los comentarios y opiniones no eran halagadores, decían que Claudio no sabía jugar, que no le ponía huevos, que como era posible que Chemo le de la banda de capitán, que debería ser suplente, y en una de esas, que ni siquiera debería ser convocado.
En ese momento, con el temor de imaginar cual sería la reacción de los señores ante mis posibles comentarios, decidí, infantilmente lamiendo mi helado, inmiscuirme en su conversación y dar mi opinión sobre dicho tema polémico.
Entonces con todo respeto, empecé con mi discurso. En primer lugar, era conciente que el nivel de conocimiento de aquellos señores acerca del tema, en este caso el fútbol era paupérrima, y por lo tanto debería de ser, claro y preciso en mi opinión y no tratar de ponerlos en rodeos con tanta palabra.

Le pregunté a uno de ellos: Señor, disculpe, sabes Ud. cual es la verdadera posición de Pizarro?... a lo que me respondió: claro que sí, es delantero. Claro, le dije, permítame informarle y aclararle el motivo por el cual Ud. dice que Pizza no hace goles, que juega mal, y que ni siquiera debería ser capitán.
En este proceso, Chemo ha decidido jugar con 2 delanteros, pero ya no en la misma posición general, que es la de jugar horizontalmente, sino, que juega vertical, por el problema de que tenemos 3 delanteros, y que uno de ellos juega totalmente por los extremos.

Ante mi respuesta, noté en el rostro de mis “amigos”, una sensación de confusión total, para lo que les aclaré: miren, en otras palabras, Claudio no es un delantero fijo, a falta de marca, el es el encargado de marcar las salidas, y, a falta de creación, es el encargado de distribuir el balón entre los jugadores, no se si lo noten ustedes, pero el más sacrificado es Pizarro, el que sale más cansado es Pizarro, el que trajina más es Pizarro.
El otro señor (no recuerdo su nombre), casi convencido con lo que le había dicho y explicado, trato de de darse una salida, para que nuestra contradicción siga en polémica y me dijo: Mira hijo, puede que tengas razón, pero Pizarro no le pone huevos, el que debería ser capitán es este chico Guerrero, ese sí que le pone ganas y temperamento, necesitamos una capitán así.
Para esto ya saboreaba la parte de la galleta de mi helado, que lamentablemente se iba agotando. Entonces, entre mí, pensé, ese señor en algo tiene razón, si comparamos las ganas de jugar entre estos 2 talentosos jugadores, obviamente que Paolo se va a llevar los puntos, entonces le respondí: Mire Don Alfonso (ya nos habíamos presentado), no le voy a discutir esa diferencia de pseudotemperamento al que usted se refiere, pero en el fútbol, un capitán no es necesariamente el mas corajudo, sino aquel mas experimentado (y no futbolísticamente hablando), y aquel que tenga la suficiente personalidad para sacar a un equipo adelante y que tenga propiamente en esa aptitud un don de mando ante su equipo y contra el que se enfrenta.

Al final de este intercambio de opiniones, no logré convencerlos, pero lo que si logré fue dejar claro lo importante que es ese jugador para nosotros. Quizás en el lenguaje de fútbol antiguo se tenga otro tipos de opiniones, el fútbol va cambiando señores, en todos los sentidos, yo entendía el sentimiento de aquellos señores de no ver a un capitán sacándose la “mugre” por su país, pero debemos de entender lo que Pizarro es y donde se encuentra hoy.
Luego de esos momentos, me despedí de aquellas personas con las que pasé un buen rato, y regresó a mi aquella esperanza de clasificar a un mundial, y yo sé, que esta vez lo vamos a lograr. Bueno, así terminé mi helado con Pizarro.

jueves, 20 de septiembre de 2007

Un nuevo proceso empieza


Visitantes de "Un poco de tinta sobre la pelota":

Ante todo, permítanme expresarles en nombre del equipo nuestras mas sinceras disculpas por haber descuidado este espacio dedicado al fútbol que posiblemente algunos de ustedes encuentren interesante. Sin embargo, fueron muchas cosas las que nos mantuvieron en pausa durante este mes de sequía de publicación que hemos tenido. A pesar de todo eso, mantenemos la misma convicción con la que empezamos este proyecto que es la de opinar y discutir sobre todo lo referente al Deporte Rey. Empezamos de nuevo, señores.

Mucho ha sucedido en el ámbito futbolístico en este mes de para siendo los más importantes la designación de "Chemo" Del Solar como Director Técnico de la Selección Nacional absoluta y el memorable desempeño de la Sub-17 de la Selección en el Mundial de la categoría en Corea del Sur. Si hablamos de estos últimos, solo puedo decir que los 22 chicos mostraron todos los sentimientos que cualquier grupo humano debe tener para conseguir con éxito lo que se proponen: unión, perseverancia e inteligencia; cualidades que en el desempeño del fútbol son aún mas importantes. Si el destino nos hubiera sonreído (aun más) no nos habría puesto a 22 ghaneses no tan chicos en el camino; sin embargo, nosotros ya hemos sonreído y dado cuenta de que con un trabajo de menores adecuado estamos para grandes cosas.

Por otro lado, por fin somos concientes de la importancia que es tener a todos nuestros mejores jugadores dentro del plantel de la Selección Nacional. A diferencia de Uribe, Del Solar es un técnico mucho más centrado y con un mejor trato hacia sus dirigidos. Puede que Chemo no tenga la experiencia que sí puede tener el 'Diamante Negro' pero goza del beneficio de la duda así como la eterna fe del hincha peruano, fe que ha sido potenciada por el desempeño de los 'jotitas' que han mejorado nuestra autoestima futbolística.

Empieza otra vez un nuevo camino al Mundial. Depende de jugadores, dirigentes e hinchas seguir el mejor rumbo que nos lleve a él. Solo así se podrán repetir imágenes como ésta:



Empezamos todos de nuevo. Gracias por su paciencia.


(La imagen corresponde al álbum Panini del Mundial de España '82 y fue cortesía de Manuel Gallegos)

viernes, 10 de agosto de 2007

El Monstruo de las 100000 cabezas[1]: un análisis del hincha del fútbol.

Somos tan sólo una pequeña cabeza entre esas cien mil pero nos encanta serlo. La identificación de un hincha con el club de sus amores es análoga a una relación de nacionalidad debido a la adopción de ciertos ritos (ir al estadio los domingos es como cantar el himno el lunes), respetar ciertos colores, odiar a ciertos rivales, etc. Llega, incluso, a ser más fuerte que ella: alguna vez oí decir a, no recuerdo exactamente, un periodista o jugador argentino: “A la selección la veo como una tía querida pero Rosario Central… Rosario es como mi vieja.”

Pero quizá nos estamos saliendo un poco del tema. ¿Qué es lo que hace a un hincha? Encontramos cuatro factores poderosos: la tierra, la familia, la historia y, quizá de una forma más sutil, el contexto. Todo eso influye en la construcción de un cariño a una institución, a tener el afiche de tu equipo rasgado en tu pared, tu camiseta en un cajón desempolvada cada domingo, lágrimas en tus ojos y canciones y goles en tu memoria.

Por ser un ámbito más manejable empezaré con la familia, tema que tiene bastante que ver con el de la historia. El hinchaje, tanto como la nacionalidad, es algo que se hereda, se nace con ella, algo así como siempre respetar la madre patria. Si tu papá es de la U, seguramente tú serás de la U. ¿Por qué? Quizá no lo sabes, pero ya te acostumbraste y te gusta. Bueno, yo no reprocho eso, total ese bien podría ser mi caso pues soy del mismo equipo que mi padre, aunque haya habido previa simpatía mía por la camiseta del eterno rival que luego cambió al conocer parte importante de historia del equipo que ahora amo. Yo puedo decir que tengo simpatía por dicho club por voluntad propia, sin embargo no puedo negar que hubo cierta influencia de mi viejo. En la mayoría de los casos seguir la tradición familiar ha sido la forma más legítima de adhesión a un equipo y me gustaría ilustrarlo con ejemplos locales, Alianza Lima y Universitario de Deportes. Al no conocer mucho sobre este último club y tratando de no ser imparcial le pedí a un amigo hincha de ese equipo un testimonio para hacer una comparación. Muchas gracias Fernando.

Tanto Alianza Lima como la “U” tienen sus propias características y factores únicos que son regularmente ensalzados en la búsqueda de un mayor número de seguidores, proceso en el que la familia juega un papel importante enseñándote, desde que eres pequeño, que los blanquiazules son “el equipo del pueblo” [2] o que los cremas son “los que tienen más garra” [3]. Y bueno, luego ves en televisión el empate que logró conseguir la U de visitante en el último minuto o el arraigo popular que surgió tras la caída del Fokker aliancista con lo que comparas lo que te han dicho con la realidad o la historia obteniendo como resultado una identificación más plena con el club de tu familia. Además, si no hablas mucho con tu padre o tíos, siempre podrás preguntarles que les pareció el partido del domingo.

Aunque pueda sonar descabellado, hay un tipo de hinchaje que puede estar escrito desde que uno nace, en su partida de nacimiento. Tu pueblo pequeño, tu ciudad lejana, tiene su ejército de once hombres con el que piensa hacer frente al poderoso equipo de la gran metrópoli: Consiste en una revancha social y demográfica que nunca va a querer desaprovechada por ninguno de los dos. Lamentablemente, es el tipo de seguidores que menos se ve en el Perú pues gran parte del país se lo dividen los clásicos compadres y, aunque excepciones existen (Cienciano y Melgar son los equipos más populares de, respectivamente, Cusco y Arequipa, que son dos de las regiones más importantes del Perú), no son suficientes por lo que, para ejemplificar, partiremos de un país altamente fragmentado regionalmente: España, país con siete comunidades autónomas cada una con una historia propia, idioma propio y con una no tan agradable historia común entre ellas.

La dictadura de Francisco Franco tenía entre sus pilares la unidad nacional española la cual defiende la unidad territorial del Reino de España (concentrado en Madrid, Castilla), ideología que gozaba del rechazo de las otras comunidades autónomas[4]. Por lo tanto, La Liga de Fútbol Profesional (LFP), que alinea 20 equipos pertenecientes a estas comunidades, se convirtió en un campo de batalla competitivo y reivindicatorio sobre todo para dos equipos representantes de las más grandes regiones del país: el Real Madrid (de Castilla) y el Fútbol Club Barcelona (de Cataluña), respectivamente los ‘conservadores’ y los ‘rebeldes’ que siempre existen en este tipo de contextos. Bien es conocido que, durante su dictadura, Francisco Franco prohibió, entre otras cosas, la lengua catalana así como ciertos hábitos relativos a la región y es en este escenario en que el Barça se convierte en un embajador de la comunidad catalana no sólo ante España, sino ante Europa y el mundo entero; tanto así que el Camp Nou, legendario estadio de la Ciudad Condal, era el único gran foro público donde se habló sin reservas el idioma local. No es casualidad, entonces, que sea en esta época que se le atribuyera al Barcelona el lema: “Més que un club” (Más que un club)[5]. Por otra parte, era dicha época común que en las tribunas del Santiago Bernabeu de Madrid se oyeran cantos alusivos al Franquismo y, aún en la actualidad, los Ultras madridistas constantemente alegan que la hispanidad profunda juega para el Real Madrid[6] mientras celebran su mayor cantidad de campeonatos ganados. Vemos, pues, dos tipos distintos de ideologías que se oponen y eso mismo es lo que hace un Derbi sea tan jugado en serio.

Sin salirnos del tema de la territorialidad, otro tipo de sentimiento es el que enfrenta a dos equipos de una misma región. Cuando se dan dichos cotejos, no importa el resto del país, no importa la selección, no importa nada; lo único que importa es la ansiedad por el partido y demostrar quien es mejor en dicha zona. Y, otra vez lastimosamente, este tipo de disputas solamente se ven al mínimo en el Perú (aceptemos que poco podemos esperar de una liga con tan sólo 12 equipos centralizados) pero ejemplos abundan: sólo en Argentina tenemos a Racing e Independiente en Avellaneda, Gimnasia y Estudiantes en Río de la Plata, a Newell’s y Central en Rosario; en Ecuador a Barcelona y Emelec en Guayaquil; en Brasil a Flamenco y a Vasco en Río de Janeiro; y así hasta el infinito del atlas de geografía mundial como si fueran diminutas guerras civiles.

El último, pero no por eso menos importante, factor de adhesión a un equipo de fútbol es el contexto en el cual se encuentran tanto el equipo como el potencial seguidor. Hinchas de este tipo suelen existir bastante dentro del Perú: espontáneos fanáticos del Sporting Cristal tras su tri-campeonato de los años 90, o un alza del 500% en la venta de camisetas de Cienciano del Cusco tras el logro de la Copa Sudamericana en el año 2003, o hinchas que dejan de asistir al Monumental o Matute solo por dejar escapar dos empates de local; como todos esos casos hay muchos más. Podrían ser llamados hinchas por conveniencia pero no hay duda alguna que también tienen ese bicho de simpatía por el equipo en cuestión. No soy un sociólogo ni mucho menos pero una causa que se le puede encontrar a eso es el hambre de triunfos que hacen del fanático peruano del fútbol un desnutrido, hambre que nos obliga a poner el estómago por encima del corazón.

Hace tiempo que el mundo empezó a rotar alrededor de un balón de fútbol y a nosotros, como simples y débiles humanos, tan sólo nos queda arrimarnos a la sombra del mejor árbol. Una vez que escogemos ese árbol no será imposible despegarnos de él: nos parecerá el mejor, tendrá nuestros colores, nos hará reír así como nos hará perder dinero y nos hará llorar pero seguiremos ahí porque, a fin de cuentas, es nuestro árbol.

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[1] Jorge Valdano: “El miedo escénico y otras hierbas”
[2] Martín Benavides: “Una pelota de trapo, un corazón blanquiazul”
[3] Testimonio de Fernando Zambrano, fanático de Universitario de Deportes.
[4] El Franquismo: http://es.wikipedia.org/wiki/Franquismo
[5] Juan Villoro. Artículo para Etiqueta Negra N°36
[6] Juan Villoro. Artículo para Etiqueta Negra N° 32


martes, 24 de julio de 2007

Un Gol Y Muchas Balas

La guerra entre Honduras y El Salvador.

El reloj marcaba el minuto 44’ de la segunda etapa en el estadio de Tegucigalpa, capital de Honduras. El equipo local recibía constantes ataques de su contraparte Salvadoreña. De pronto un súbito contra golpe terminó en un tiro libre muy cerca al área de El Salvador. El ejecutante vio a un compañero solo, quien, de un soberbio cabezazo, anotó el gol. El árbitro pitó el final del encuentro. Honduras derrotó 1 – 0 a El Salvador. El primero de tres encuentros para la clasificación al mundial de México 70 había terminado, y la guerra empezó.

Ese día, 6 de junio de 1969, las tribunas se convirtieron en un campo de batalla. Los salvadoreños llenos de rencor atacaron a la policía y huyeron del estadio destruyendo todo a su paso. Días después, el 14 de Junio, el ejército salvadoreño invadió Honduras y avanzó ametrallando los pequeños poblados fronterizos. En Honduras el presidente llamó a Reforma Agraria y envió al ejército a acabar con campesinos salvadoreños. Es así como se inició la llamada Guerra del fútbol.

Al día siguiente, 15 de junio, se jugó el segundo partido en San Salvador, El Salvador. Al momento de tocar el himno todos vieron un trapo manchado en sangre en vez de la bandera de Honduras. El resultado fue 3 – 0 a favor de El Salvador. Las radios salvadoreñas llamaban a la población a “invadir la tierra de los bárbaros”, mientras que en Honduras, altoparlantes repetían un mensaje: “Hondureño: toma un leño, mata un salvadoreño.”

Para el final del partido, el ejército salvadoreño ya había entrado más de 8km en tierras hondureñas, enfrentándose a campesinos que se defendían con machetes. El saldo: cientos de hondureños muertos. Honduras no esperó y lanzó un ataque aéreo a un ejército de El Salvador que se quedaba sin municiones. Pronto la guerra se trasladó del campo a la ciudad donde los mismos pobladores se enfrentaron por seis violentos días.

El 20 de junio, evidentemente acabado, el ejército salvadoreño anuncia su retirada y pide el cese al fuego por parte del gobierno de Honduras. La guerra dejó un aproximado de 6.000 muertos y 20.000 heridos y desaparecidos. Se estima que 40.000 personas fueron afectadas directamente. El Salvador entró en una grave crisis que terminaría en una guerra civil y finalmente, el sueño de formar el Mercado Común Centroamericano quedó en una simple promesa.

Dos países pobres, con presidentes que fueron compañeros de clase en la Escuela de las Américas en Panamá, que estaban alineados al régimen comunista y que consiguieron el poder por golpes de estado, se vieron enfrentados por el simple juego de dos viejos compañeros de clase.

El fútbol, como expresión cultural, refleja y canaliza las tensiones sociales en las que vivimos, muchas veces llegando a extremos como este, impensados, casi utópicos. Y es que el deporte rey no es sólo un juego, es en cierta forma, termómetro de nuestra vida en sociedad.

El tercer partido se jugó en terreno neutro. México recibió a ambas selecciones un 27 de junio del mismo año. El resultado final fue de 3-2 a favor de El Salvador, con un gol en tiempo extra. La policía mexicana, con 5.000 mil hombres, intentó detener a ambas hinchadas. No pudo.

sábado, 21 de julio de 2007

La influencia de los comentaristas en el disfrute del fútbol


Es y ha sido siempre regla general desde que uno es un niño ávido de entrar al mundo del fútbol que éste es un deporte que se juega solamente con los pies, es lo primero que se le enseña al menor. Más adelante nos damos cuenta de la importancia de la táctica como componente esencial de la fórmula del buen fútbol pues no todo es tirar patadas como bruto, entonces el cerebro entra a jugar también. A partir de este punto nos volvemos hinchas, observadores casi devotos de fútbol los fines de semana. Sin embargo, dentro de cada uno de nosotros es variable el tiempo que demoramos en identificar un factor importantísimo dentro de la emoción (y devoción) que es observar un partido de fútbol: la voz peculiar de algún comentarista.

Uno, a lo largo de su vida, ha visto y verá miles de encuentros de balompié tanto en televisión local como en internacional y cada uno de ellos tendrá un sello característico impregnado en la voz del encargado de relatar dicha épica deportiva. A decir verdad, es posible que este aspecto tenga más peso en hinchas más ‘antiguos’ pues, debido a la ausencia de televisión por cable, pueden haber vivido varios acontecimientos futboleros oyendo a un solo relator en todos ellos (en este momento, parense, vayan donde sus padres y pregúntenles que les describan el cosquilleo que sintieron al escuchar gritar a Humberto Martínez Morosini el segundo gol de ‘Cachito’ Ramírez en la Bombonera que nos clasificaba al Mundial de México ’70).

Nosotros, amigos contemporáneos que ya conocen mi edad por un artículo pasado de este blog, tenemos, gracias a una necesaria globalización del fútbol, la oportunidad de oír narrar partidos a muchos comentaristas de distintas ligas internacionales y lo más probable es que también hayamos desarrollado, sin quererlo, una relación voz-acontecimiento mediante la cual, al más puro estilo de la teoría del reflejo condicionado de Pavlov, al escuchar la voz de nuestro relator preferido empecemos a babear sin parar rememorando cierta hazaña en el verde. Bueno, al menos eso me pasa a mí.

Sólo por mencionar algunos referentes obligados personales están: Luis Omar Tapia, ex narrador de ESPN dueño de una voz que me trae memorables recuerdos de gloriosas Ligas de Campeones (en especial la de 1999) y logra que, sean cual sean los equipos que jueguen, me quede enganchado de un partido; Juan Manuel Pons, argentino narrador de la Liga Inglesa cuya voz es el mejor despertador en los días sábados cantando (literalmente) los goles del campeonato británico. Por otro lado, como referente obligado para los partidos de la Selección Peruana, tenemos a Toño Vargas y sus ya legendarias frases: ‘Hablan las imágenes’, ‘La hora es la hora’, ‘El tiempo apremia’, ‘Acéptalo Carini, Paolo Guerrero fue más.’

Aparte de ellos hay muchos más, tanto en las pantallas como fuera de ellas y dentro de nuestro recuerdo, que también representan (casi siempre) mentes sabias y exclusivas para el deporte rey y que influirán siempre en nuestra percepción del mismo. Me gustaría terminar este artículo con una cita al libro de Jorge Valdano ‘El miedo escénico y otras hierbas’, cita en la que habla del tema. Disfruten y a golear con la voz.

“Cuando Argentina le ganó a Alemania en la final de México 86, me senté en el suelo del vestuario seguro de que había llegado al mejor sitio posible: aquel que había soñado toda la vida. Me pareció que lo indicado era llorar, pero aunque hice fuerzas, no pude. Siete años después, estando ya alejado del fútbol, salí a correr por un parque cercano a mi casa con un walkman para entretener el esfuerzo con música. No sé por obra de quién aquel casete incluía, entre dos canciones, la grabación de mi gol en aquella final gritado por una voz que sonaba a mi infancia: José María Muñoz. Cuando terminó el relato me puse a llorar sin querer. Como si aquella transmisión completara el sueño, como si el fútbol no existiera sin el auxilio de la palabra.”

jueves, 19 de julio de 2007

Para los que gustan del Fútbol

Después del curso Teoría de la Comunicación, con Colona, y del trabajo final sobre Industrias Culturales, donde conseguí que abrieran un sitio para la Industria del Fútbol, aprecié en mayor medida la implicancia que tiene el fútbol en la vida de un aficionado a este deporte.

El fútbol profesional dejó de ser un deporte para ser un espectáculo pero más que espectáculo, es una pasión. Once en la cancha y una seguidilla de hombres y mujeres esperando un gol, una huacha, un sombrerito, una rabona, un pase de 35 metros, una gran atajada, un foul táctico, etc., es algo que sin razón, o con muchas razones, nos identifica y nos hace soñar. El deporte más popular del mundo es sin duda un globo de ilusiones, muchas muy ambiciosas y otras realistas, pero nos ayuda a nunca abandonar la esperanza.
La identificación que sentimos por el club o por la selección es, por demás decirlo, amor. No solo por todo lo que lleva detrás la camiseta que usa nuestro equipo como institución, sino por lo que lleva detrás del símbolo: el corazón.Todos sabemos que no es por gusto que el logo de nuestro equipo se lleve en la parte izquierda del pecho.

Recuerdo dos frases de la película Goal (2005), traducidas al español querían decir:
“Tu hogar es verde y con dos arcos a los lados”
“Más importante que el nombre que dice atrás de la camiseta, es el que está delante”
La segunda frase, que a mi parecer es la más bonita, representa lo que es un equipo. Fuera de individualidades, los jugadores tienen que funcionar como un conjunto, organizado coreográficamente, intentando llegar al mismo objetivo que no es el gol, sino el objetivo que persigue cualquier jugador: ser el mejor del mundo.
Ese es un postulado del jugador profesional. Quién no tenga ese sueño como futbolista, es porque no disfruta su trabajo y el fútbol, como dije, no es un deporte, es una pasión.

Diga lo que se diga del fútbol de mala calidad en este país, el balompié no ha dejado ni un segundo de ser relevante en la vida de lo que nos reconocemos aficionados a este deporte. Mala calidad, de veras ¿qué importa?
No importa la mala calidad cuando somos nosotros los que tenemos el balón bajo los pies, nos sentimos cracks y un pase a lo Zidane, una definición de puntillita a lo Romario, nos hacen los mejores jugadores de fútbol (o fulbito) del mundo. Cuando vemos a nuestro mejor amigo meter un gol y nuestra garganta sufre mientras el corazón goza, cuando a tu pata le meten una falta artera y saltas por él, cuando te fallas el gol más fácil del mundo, no hay mala calidad, la calidad está dentro de nosotros. Mala calidad pa’l carajo, si por cada mala actuación de nuestro equipo favorito lo hacemos ganar en winning. Si, ni aunque hayan sido goleados, no dejamos de comprar la camiseta. Si aún conservamos ese polito rojo con el lema "Siempre Contigo. Te amo Perú". Si aún faltamos a clases para ver como patean el balón hacia el arco. Si aún se nos humedecen los ojos cuando pierde la selección.
La calidad está bajo nuestros pies y la pasión dentro del pecho. Las lágrimas derramadas se olvidan cuando la pelota, impulsada por tu pie derecho, vence al arquero y mueve las redes. Ese balón es algo, o alguien, que nos alegra tantas veces la vida que dibujé una sonrisa en una de las caras de mi pelota, y en las otras el símbolo de mi equipo.
Oliver decía que el balón es nuestro amigo, nos ha acompañado en buenas y malas, no importa lo mal que juguemos siempre está ahí dispuesta a ser pateada y nosotros somos felices cuando ella no choca en el palo, entra al arco con las justas y deja que los amigos nos abracen y feliciten.

El fútbol profesional es más que un espectáculo y una pasión, es un negocio. Se invierten millones de dólares al día para que la pelotita siga corriendo por los verdes campos de Europa y por la grama amarilla de los estadios peruanos.
Si bien la economía del fútbol peruano deja mucho que desear y da para criticar muchos aspectos, nos vemos envueltos aún en este juego de cuánto me das por llevar tu nombre en mi camiseta.
Si bien en muchos casos esto no ha beneficiado el deporte por intereses egoístas, es el motor que deja que el fútbol de las grandes ligas se desarrolle y los estadios puedan mantenerse.

El fútbol de selecciones es un tema muy aparte. Cuántas veces hemos goleado y sido goleados, las mismas veces hemos estado sentados viendo al equipo más hermoso del mundo, el nuestro. Reconociendo nuestras limitaciones, siempre creeremos que podemos ir a un mundial y no por gusto, sino a demostrar que pertenecemos a los mejores del mundo. Señores, agradeceré entonces que cuando estemos perdiendo mil a cero o ganando diez mil a uno, no dejen de ver los partidos de la selección peruana porque no solo está conformada por los que ven en la cancha y en el banco, somos todos y no podemos abandonar el terreno de juego porque sí, el partido dura desde el pitazo inicial hasta que suena el mismo silbato dos veces para anunciar que ha finalizado el encuentro. No abandonen a la selección cuando más necesita el apoyo anímico de millones de peruanos. Sobre todo porque cuando pierde nuestra selección, también perdemos nosotros.

Si las millones de bocas que gritan los goles peruanos son apagadas no es porque nuestra selección sea mala, sino que el fútbol peruano no tiene el nivel esperado, pero no por eso tenemos jugadores que no dejan todo en la cancha. Sufrimos de limitaciones que hacen que muchos equipos nos ganen por peso, no porque juguemos mal. Si tuviéramos que quejarnos de las derrotas de nuestro equipo, San Marino tendría que matar a sus futbolistas entonces, no es una cuestión de actuaciones, es una cuestión de actitud. Y cuando vemos a la selección ahora, eso es lo que tenemos, una nueva actitud para salir a buscar la victoria, sin especular empates sino con ganas de salir ganadores del encuentro. Estamos en época de desarrollo, nuestros jugadores han madurado y los hinchas no hemos madurado con ellos, es tiempo de que empiecen a evolucionar la crítica deportiva y los hinchas que abandonan al equipo.

El fútbol nunca será abandonado y siempre será amado. Ninguno de los aficionados dejaremos de vibrar cada minuto de los partidos que veamos, los noventa y el tiempo agregado, los tiempos extras y los penales. Siempre recordaremos los primeros goles y la primera tarjeta que nos hayan sacado. Con nostalgia los días en colegio donde pateábamos de cualquier lado por probar y que nos tirábamos en el piso rugoso para salvar un gol, a pesar que sufriríamos raspones. Con alegría el primer campeonato que hayamos ganado, aunque haya sido de cuatro equipos del cole, siempre será una alegría ver al capitán recibir la copa que pertenece al equipo. Siempre recordaremos nuestras lágrimas en la final, los penales errados y el mejor gol que hayamos metido. Siempre vamos a querer el fútbol, siempre recordaremos las pichangas con nuestro papá y los domingos en la cancha, a los capitanes de los equipos que vimos llegar lejos como Garay (Sporting Cristal) y Bazalar (Cienciano), los goles feos y los golazos, las repeticiones y el segundo gol de Maradona contra Inglaterra en México 86. El tiro libre a tres dedos de Cubillas al minuto 77 contra Escocia en el Mundial Argentina 78. Quién no se emocione recordando esas momentos no llegará al cielo, porque señores, en el cielo también se juega fútbol.

Yo no sé como agradecer a los delanteros que metieron los goles que he gritado hasta dañar mi garganta, a los arqueros que salvaron mil y un veces el arco o atajaron los penales contra los definidores expertos y que hemos querido abrazarlos por hacernos suspirar aliviados, los defensas que nunca dejaron pasar a los talentosos o pusieron la cara para que no nos metieran un gol, los volantes que van de aquí para allá y asisten siempre a todo pulmón en todos lados defendiendo y atacando, al palo que nos ha permitido ganar muchas veces y que, como Pagliuca, deberíamos besar cuando es trascendental.
Yo les agradezco desde mi sitio de espectador, del amante que siempre verá cada partido porque no puede dejar de ver a su amada. Con mis ojos, sin dejar de verlos, agradezco infinitamente cada vez que dejan todo en la cancha y cumplen los sueños que nosotros no pudimos.

Quién no querría escuchar su nombre cantado por Toño Vargas diciendo en mi caso:
“Gracias Gary Farfán por permitirnos cantar esa palabra bendita llamada gol”

Y quién no sonríe con La Mosca Tse-Tse cuando cantan en “Simplemente Fútbol”:
“Y si el mundo tiene forma de pelota, al arco iris le puedo hacer un gol”

Lo que nos queda es tomar la pelota, lanzarla al aire con el pie, pararla de pecho y mandarla al arco todas las veces que podamos porque habrá un día, cuando seamos viejos, que no podremos hacerlo más y la pelota la patearán las nuevas generaciones. Lo que tenemos que hacer es dejarles la pelota gastada para enseñarles el camino.

Gary Farfán dice:“No importa qué tan largo es el camino si vas pateando una pelota”
Es hora de caminar hasta encontrar un arco y patear la pelota como corresponde, no esperando un gol sino esperando a que la pelota regrese para patearla de nuevo.

miércoles, 18 de julio de 2007

¿Quién debe ser el Técnico de la Selección Peruana?

El cargo del que depende la felicidad de las personas que amamos el fútbol en el Perú, por encima de los alcaldes, congresistas y el presidente, es el de guía de la Seleccion Peruana de Fútbol, el DT.
Muchos dicen: "El técnico debe ser peruano". Otros dicen: "a quien se elija, déjenlo a largo plazo".La humilde opinión de este hincha de la selección es que el Técnico de Perú no tiene que ser peruano, tiene que ser bueno.
Si en Perú tenemos técnicos competentes llamemos al de mejor curriculum. Si no los tenemos, como creo que es a excepción de J.C. Oblitas, entonces miremos afuera. Hay técnicos que están siempre por la senda del éxito.Chile apunto a Marcelo Bielsa. Ahora nosotros, que obviamente no vamos a ningún lado con el técnico actual, debemos seguir los pasos de los que ya saben qué es ir a un mundial, de los ricos de éxito.

Ahora hago una pequeña lista de técnicos que son contratables y que, a pesar de eso, no se hace un esfuerzo para que estén con el buzo de nuestra selección:
Sergio Markarián. En el pasado, no quiso dirigirnos para las Eliminatorias Mundial Korea - Japon 2002 porque no encontró estabilidad dirigencial en el Perú. Sin embargo, es gran admirador del fútbol peruano y de su riqueza histórica. Con un poco de empeño se podría concretar.
Carlos Bianchi. Las palabras sobran, es un genio. Todo lo que tocó lo convirtió en oro.
Paulo César Carpegiani. Bajo su tutela, los paraguayos llegaron al Mundial en el 98. Propone un buen fútbol y un equipo sólido.
Juan Carlos Oblitas. Es peruano. Demostró que sabe: Campeón con Sporting Cristal, consiguió el puntaje con la que cualquier selección llegaría a un mundial, lamentablemente quedamos fuera por diferencia de goles. Luego salió del Perú y se consagró como un gran técnico.Estas son algunas opciones.

Es hora de encontrar el rumbo, no podemos esperar a que lleguemos a las eliminatorias para hacer cambios, hasta pronto.

lunes, 16 de julio de 2007

Estadío del Estadio Garcilaso de la Vega: Vetado

Bolivia y Perú siempre han sido naciones hermanas y compartido desde guerras hasta una salida al mar (playa) que hasta parece broma.

Se unieron para reclamar ante la veta a los estadios que se encontraran por encima de los dos mil quinientros metros de altura sobre el nivel del mar (2500msnm) para cuidar la salud de los futbolistas y, además, que todos los equipos jueguen en igualdad de condiciones las Eliminatorias para el Mundial Sudáfrica 2010.

Sacarse con una mano los argumentos de la FIFA es muy fácil. La salud de los futbolistas no se ve afectada por jugar en altura, es dificultoso, sí, pero no se registran muertes en el fútbol profesional en todos los estadios que superan la valla impuesta por el máximo organismo del fútbol.
A decir verdad, ese es el reto. Plantear un esquema táctico de manera que los jugadores puedan aguantar los noventa minutos (90’) de juego dosificando energías y oxígeno, realizar los cambios correspondientes para que entren jugadores que no estén cansados y saber aprovechar las oportunidades que dan la presión atmosférica y la velocidad del viento. Si eso no beneficia al fútbol, mostrando los equipos que son regulares en todas las canchas, pues no sé en qué manera los perjudica, pero la salud no.

Si la preocupación de la FIFA es la salud de los futbolistas, se postergarían los partidos cada vez que se juega a más de veinticinco grados, que de verdad se sienten. Recordemos a Mark Vivien Foé que en la semifinal entre Camerún y Colombia por la Copa Confederaciones en Francia, falleció en el terreno de juego después de haber transcurrido veintisiete minutos (27’) de juego a más de treinta y cinco grados de temperatura (35ºC). Y, sin embargo, se sigue jugando en esas condiciones en los veranos franceses sin que nadie se queje por la salud de los jugadores.
Todos, además, sabemos que en Colombia se juega a temperaturas altas y que precisamente eso es un punto a favor de su localía. Muchos jugadores cuando juegan en Colombia necesitan al medio tiempo ingerir rehidratantes porque el calor es insoportable y, por si fuera poco, la cantidad de luz natural produce molestias en la visión de los jugadores.
Y creo que con eso, también me he sacado de encima el argumento de jugar en igualdad de condiciones porque eso es mentira. Nadie vetará un estadio colombiano por el calor, pero sí se vetan estadios por la altura.

La decisión de la FIFA afecta, entre otros, a los estadios ubicados en Quito (Ecuador), Bogotá (Colombia), Cusco (Perú), Toluca (México) y La Paz (Bolivia).
Como se esperaba, todos los países afectados reclamaron la decisión tomada por la FIFA, cuyo presidente es Joseph Blatter que estuvo presente en la muerte de Foé en Francia y también en la Copa América de Venezuela este año.
Después de realizada la reunión de confederaciones sudamericanas representadas por la CONMEBOL, esta veta se realizó solo a los estadios que superaran los dos mil ochocientos metros sobre el nivel del mar (2800msnm). Con esta medida los estadios afectados fueron el Hernando de Siles de La Paz y el Garcilaso de la Vega del Cusco.

La FIFA y su comité ejecutivo decidieron, tras la campaña de Evo Morales, que el estadio Hernando de Siles fuera apto en las Eliminatorias para el Mundial Sudáfrica 2010 por un Pedido Específico de la Nación Boliviana y con el Respaldo Unánime de la CONMEBOL. El mismo pedido fue realizado por la Federación Peruana de Fútbol (FPF), representada por Manuel Burga, pero fue rechazado por el Comité Ejecutivo de la FIFA a pesar que el Garcilaso de la Vega se encuentra a menor altura que el Hernando de Siles de Bolivia lo que nos hace pensar en dos posibilidades, o no tuvimos el respaldo unánime de la CONMEBOL, y si la tuvimos, la FIFA está cometiendo una grave injusticia contra el derecho a decidir el estadio de localía en nuestro país.

El estadio Hernando de Siles se ubica en La Paz a tres mil seiscientos treinta y siete metros sobre el nivel del mar (3637msnm), es uno de los estadios para fútbol profesional más altos del mundo y tiene capacidad para cuarenta y dos mil (42000) espectadores.
El estadio Garcilaso de la Vega se ubica en el Cusco a tres mil trescientos cuarenta y nueve metros sobre el nivel del mar (3349msnm), es uno de los estadios con menor porcentaje de derrotas del local y tiene capacidad para cuarenta y cinco mil (45000) espectadores. Cabe resaltar, que ya fue utilizado para la Copa América Perú 2004 sin ningún tipo de inconveniente para algún miembro de las delegaciones técnicas de los países participantes.

Como pueden apreciar, el estadio Hernando de Siles se encuentra a mayor altura que el Garcilaso de la Vega y cuenta aproximadamente con la misma capacidad para asistencia del público. Sin embargo, el estadio peruano sigue vetado y, al parecer, no podrá ser usado para jugar de local en las Eliminatorias para el Mundial Sudáfrica 2010.

Esta situación es para ofender a cualquiera, y no es para menos, por lo que me abstengo de dar opiniones (por lo que puedo decir estando alterado) y le dejo esa potestad al lector.

domingo, 15 de julio de 2007

Brasil es campeón

Brasil es campeón.

Buenas noches, mi nombre es Luis Gómez Villavicencio. Soy nacido en 1987, no he visto a Perú en un Mundial y, para alguien de mi generación, la frasecita de arriba es, antes que un simple resultado, una máxima del fútbol. Y no es que sea fanático canarinho, simplemente estoy siendo realista: de las cuatro Copas del Mundo que he visto totalmente conciente (mis casi 3 años de edad en Italia ’90 me impiden recordar las lágrimas de Maradona al perder la final), tres han tenido a Brasil como finalista, y en dos de esas ocasiones la Copa fue alzada entre cantos, aplausos y samba brava por parte del Scratch.

No es mi intención continuar en elogios pero Brasil es el mejor en todos los videojuegos de fútbol que he jugado, sus camisetas son las más buscadas afuera de los estadios y sus jugadores valen millones gracias a su nacionalidad. Y hay muchas cosas más que agregar. Es por todo eso que había llegado a un punto de detestar ver a Brasil ganar pues, ante tanta victoria y tanta estrella brasilera sin que su juego realmente lo merezca en los últimos tiempos, he llegado a desear constantemente que la verdeamarehla pierda, no se si por picón o por amante del fútbol, pero así fue. Al menos hasta esta Copa América.

El papel de Brasil en la impecable Copa América organizada por Venezuela este año me recuerda a una de mis películas favoritas de siempre y a uno de mis ídolos de siempre: Rocky, película básica para cualquier varón que se respete. Mickie aconsejó a Rocky que, para la pelea con Apollo, mantuviera un perfil diestro contrario al zurdo que dominaba el Semental Italiano y luego lo sorprendiera con un súbito cambio al último momento. Porque Apollo Creed no era cualquier moreno boxeador sino el campeón de pesos pesados del mundo y había que ganarle.

Brasil nos mantuvo así, con su perfil bajo que nos hizo decir no que va este no es Brasil, sí se le puede ganar. Era cierto, sí se le podía ganar un (1) partido pero, como dijo un conocido narrador de fútbol nacional: “El campeón no es el que hace más puntos, sino el que gana la final.” Nos cambió a zurdo en un momento clave, nos sorprendió en la final con el juego más sólido que presentó en esta Copa. Porque Argentina no era cualquier selección sino la que tenía el mejor plantel del Torneo y había que ganarle.

Una de las razones por las que me gustó este Brasil es que rompió su tradición malcriada. ¿Por qué malcriada? Porque el poco énfasis que había tenido en construir una última línea sólida era ofensivamente arriesgado, como un niño que no respeta las reglas, y lo confirmé cuando mi abuelo, un sabio hombre, lo corroboró con dos comentarios: “Nunca, en mis tantos años viendo a Brasil, lo había visto jugar tan fuerte cada pelota.” “Este es el primer Brasil que recuerdo, aunque mi memoria falla, que tenga backs tan seguros.” Y mi abuelo sabe lo que habla. Gracias Alex, gracias Juan, gracias Josué por mostrar una defensa sólida, alumnos de la escuela de Dunga; y también gracias Vagner Love por ser un 9 en sequía y sanar el ‘delanterismo’ del que padecía Brasil.

Mención aparte merece Robinho. Su tercer gol contra Chile en la fase de grupos es la viva representación de la escena de Rocky: corre, corre, esquiva, saca tu zurda, ¡GOL! Magia. Un rezago del Jogo Bonito en el mundo de Dunga. Bravo Rockyhno.

Volvemos a los viejos tiempos de Brasil campeón, de escuchar goooool du Brasil y el Brasil il il il il de la O’ Globo. Es posible que hayan campeonado sin un juego vistoso pero, aun así, se lo merecen. Nos sorprendió el Scratch con un planteamiento que nos hará discutir y discrepar mucho a los que amamos el fútbol y, al menos en eso, sí tengo razones para agradecerles.